sábado, 22 de noviembre de 2008

"...INVERSIÓN en SELLOS...?"

Es ud coleccionista de sellos clásicos antiguos para inversión ó coleccionista de sellos modernos ...?
¿Pertenece usted a uno de éstos grupos?. Si es así, le interesará saber que, en Argentina, la primera emisión tuvo lugar el 17 de marzo de 1856, que mostraban la efigie de la Ceres emitida en Corrientes. Sin embargo, el más caro de los sellos argentinos no es éste, sino principalmente la emisión de Buenos Aires con la serie de barquitos de 1858 y cabecitas 1859 y le siguieron confederación en 1858/62 y la serie de Rivadavias en 1864 con los diferentes matices que siguieron (ver reproducción) que sufrió errores en el color ladrillo con diversas difusiónes de color por el desgaste de la plancha y debería haber sido rojo, del que sólo se conocen varios ejemplares.
Estas pieza está valorada en más de 1 millón. Pero la pieza que ha alcanzado el récord mundial en las subastas ha sido el par horizontal de (1857), Y es que, aunque todos los sellos, salvo las series básicas -aquéllas que tienen tiradas ilimitadas-, se revalorizan por el hecho de ser limitados y actuar sobre ellos una demanda creciente que hace que suba el precio, no todos pueden ser considerados objeto de una buena inversión.
Clasificaciones.
Si se abandona el territorio de los sellos clásicos -aquéllos que emite un país en sus primeros años de emisión filatélica- que son las grandes gemas de la filatelia y muy difíciles de conseguir, los dos pilares básicos a la hora de considerar un sello como inversión son la limitación en la tirada y su aceptación universal. Desde el punto de vista de la inversión, los sellos tienen una primera clasificación: nuevos, nuevos con bisagra y usados. El sello nuevo no ha sido franqueado, se mantiene inalterable con su dibujo y tiene el mayor valor porque es el más escaso.

Pero no se debe confundir el sello nuevo con el sello reciente, que nunca es valor de inversión. Hay que esperar a que escaseen porque, como dicen los expertos, en una inversión no interesa tanto el precio al que se compran, sino la revalorización desde el momento en que se compran; es decir, la curva de apreciación.
También el sello con bisagra es un sello nuevo. Lo distingue un defecto en la goma, debido a un procedimiento de coleccionismo que ha existido en Argentina hasta los años 60. Éste procedimiento consistía en pegar al sello un poco de papel en ángulo para luego sujetarlo al álbum. Y al quitar la bisagra, a éstos sellos se les ha quedado una marca en la goma. Por tanto, el sello tiene un defecto y, por consiguiente, vale menos; hay miles en el mercado.
Los usados, como su nombre indica, son los que han sido franqueados y están en mejor o peor condición. Otra clasificación es la relativa a la calidad: de lujo y la normal.
La calidad de lujo no tiene ningún defecto, ningún arañazo, el dibujo está centrado, el dentado, el color... todo es perfecto. Estas características se valoran mucho en los sellos clásicos porque los procesos de estampación eran diferentes, y es muy raro encontrar un sello perfecto en cuanto a márgenes y dentado. Los sellos que más se cotizan son los de los países occidentales, incluyendo los que los cuidan especialmente como fuente de ingresos, con algunos sellos de particular belleza y perfección técnica.
¿Cómo ser inversor?
No todos los expertos filatélicos coinciden en considerar el sello como una inversión.
Según algunos, sólo puede llamarse verdadera inversión aquélla que se realiza sobre valores filatélicos muy escasos o simplemente escasos. En cambio, otros aseguran que, siempre que los sellos estén bien seleccionados, se obtienen rentabilidades a medio y a largo plazo. Y que lo ideal es mantener la inversión durante diez años.
Para acometer este tipo de operaciones hay dos formas básicas y generales. Una es la inversión directa, sin intermediarios. Es la inversión natural, en la que uno se entera, pregunta, adquiere experiencia y decide; es decir, la persona, por sus propios medios, adopta un criterio que es el que le guía a la hora de adquirir determinadas piezas. Sellos como el Labrador de 1930 y la Libertad con escudo de 1899, la ayuda al terremoto en San Juan de 1935 , el fonopostal de 1939, el congreso de la UPU de 1939, son buscados por los coleconistas como piezas interesantes.

Y por libre, compra y venta. Pero, ¿a quién y dónde?

A los comerciantes y a los particulares, en los clubes, en las tiendas y en las subastas.
La otra forma de invertir, más recientemente, es la inversión dirigida. Se realiza a través de sociedades filatélicas, empresas de reconocido prestigio, con las que hay que firmar contratos legales muy claros, que trabajan con el mismo fin: para que alguien que no es experto, o que no quiera hacerse experto, pueda disfrutar de las ventajas del sello como inversión.
No son compañías de seguros, ni bancos, ni intermediarios financieros, sino sociedades que canalizan las inversiones hacia bienes tangibles. Para ello, elaboran programas, algunos de ellos muy accesibles; así por ejemplo, un contrato por 10 años.
Estos programas suelen ser cerrados, muy precisos, con requisitos mínimos para la recompra al cabo de tres años, y se realizan de acuerdo con la capacidad económica del inversor.
Se puede ser inversor por 300 pesos al mes. Si el cliente quiere vender sus sellos antes de los tres años, la sociedad filatélica se encarga de buscarle otro cliente que quiera comprar esos sellos, o bien se los subasta.
Los sellos que se adjudican son series completas, años completos y de países con reconocimiento universal. Ésta es una fórmula la más extendida aunque existen muchas a la hora de canalizar el dinero en valores filatélicos.
En la inversión dirigida también caben las personas que tienen un criterio predeterminado. Un ejemplo. Si se quiere invertir en sellos clásicos, con centraje de lujo, la compañía le facilita piezas con esa orientación, directamente o a través de subastas.
Una buena colección.
El propio año de nacimiento, o bien el mismo año en el que uno se decide, pueden ser un buen punto de partida para formar colección.
Si el año elegido es 1997, habrá que hacer un gasto de unas 6.000 pesos. Es un año caro porque se han hecho muchas emisiones. Después viene la elección entre un país o un tema, y entre nuevos o usados. Por lo tanto, el primer paso es empezar por un año y luego ir hacia delante o hacia atrás, dependiendo del que se haya elegido como punto de origen; y hasta dónde uno pueda y quiera llegar... .
Para ser un buen filatelista, es preciso contar con un catálogo como elemento de referencia obligada y dar a la colección una estructura lógica y coherente. También las pinzas, el clasificador y la lupa forman parte del material filatélico a utilizar.
Además, es importante saber que hay varios tipos de filatelia. Así por ejemplo, la que abarca los años del primer centenario: 1870-1970 es una filatelia compleja y cara ; en cambio, a partir de 1955 es menos problemática, y cuando nos acercamos a fechas actuales puede ser una filatelia de coleccionismo iniciático que es muy fácil conseguir.
Como la unidad filatélica no es el sello, sino la serie, y siendo la serie el conjunto de sellos que se emiten en un mismo día y con un mismo motivo, es esencial procurar tenerla completa.
Si no se tiene la serie completa, luego es difícil venderla; aunque se posean las piezas de más valor.

Las series completas, de tiradas limitadas, legalmente irrepetibles y la inversión de largo plazo, son los criterios clave de la rentabilidad.
De un año para otro, si los sellos están bien seleccionados, pueden revalorizarse
en torno al 15% ó 20%, aunque la rentabilidad es mayor cuánto más largo es el plazo al que se ha invertido. Estudios de brokers internacionales como > muestran que, en el periodo 1920-1990, el sello se ha revalorizado en más del 7.000%, mientras que el oro lo ha hecho en el 1.000%.

"Es prácticamente imposible que un buen sello baje nunca de valor"